El movimiento cooperativo argentino inició su ciclo a fines del siglo XIX con la creación de las primeras entidades, pero su desarrollo más importante se produjo desde los años veinte estimulado, a partir de 1926, por la sanción de la Ley que regula a estas instituciones. Por lo tanto, cuando surgen las primeras cooperativas eléctricas, a finales de los años veinte, se suman al auge expansivo del movimiento cooperativo nacional que comienza a producirse a partir de esta década.
Publicada en noviembre de 1999
La cooperación eléctrica no es un fenómeno autóctono, pero su manifestación en núcleos urbanos menores y medianos le dio un toque particular, ya que en la mayoría de los países que experimentaron este proceso, el énfasis se dio en las zonas rurales. El mercado argentino de electricidad era controlado, a principios de los treinta, por un grupo muy reducido de empresas relacionadas con capitales internacionales tales como el grupo CADE, vinculado con la empresa internacional SOFINA, y el grupo Italo-Argentino de Electricidad, integrante del consorcio internacional Motor Columbus. El resto de los grandes grupos que operaban en el país, con intereses en una amplia zona del interior, eran el grupo ANSEC conectado al grupo MORGAN de los EEUU; la Compañía Sudamericana de Electricidad (SUDAM) vinculada, con la empresa internacional Intercontinents Power Company, y el grupo Suizo, integrado por la Compañía Suizo Argentina de Electricidad.
Otro elemento que define a este movimiento es que se concentró en una amplia zona del interior argentino sin afectar la capital del país ni los grandes centros urbanos del interior. Seguramente la característica de escala que posee la industria de generación de electricidad, es un dato que permite explicar por qué el surgimiento de cooperativas eléctricas se produjo en localidades de distintos tamaños sin manifestarse en las grandes ciudades.
Ahora bien, este proceso que tuvo su epicentro en el interior, se inicia como una reacción a las estrategias de las empresas grandes del rubro, que paulatinamente comenzaron a extender su influencia. A fines de los treinta, el grupo ANSEC controlaba 140 usinas y su presencia geográfica se extendía en casi todo el país. La empresa SUDAM contaba con 80 usinas y el grupo Suizo, poseía 20 usinas.
Este proceso de acaparamiento es señalado como uno de los detonantes que explican el surgimiento del movimiento cooperativista. Las empresas cooperativas contaban para 1937 con poca experiencia, ya que fue en 1926 cuando se organizó la primera cooperativa eléctrica en Punta Alta, provincia de Buenos Aires. Su organización fue la señal que logró canalizar las explosiones de disconformismo aislado de los vecindarios y las expresiones individuales de personalidades u organismos de estudiosos, para oponerlas indefectiblemente a las empresas del monopolio que procuraban mantener sus privilegios a toda costa.
Se materializaba así el sueño colectivo de concretar una empresa de "liberación económica", como en el plano de la autopercepción, se definían los rasgos del "enemigo a vencer".
De todos modos, estas experiencias no se explicarían tan sólo por una cuestión tarifaria o de calidad del servicio, ya que si bien éste pudo haber sido el disparador, es posible constatar la existencia de un fuerte componente ideológico como de una manifiesta voluntad política en el proceso de difusión del modelo cooperativo en un área novedosa como es la producción y distribución de energía eléctrica.
En este sentido, la convicción de que un servicio básico como la electricidad debía y podía estar en manos de los propios vecinos, se relacionaría con el clima intelectual de la década del 30 y 40 en nuestro país.
El discurso forjista
El discurso de nacionalismo eco-nómico rodea las manifestaciones de aquellos que protagonizaron los hechos.
Una de estas ex-presiones la encontramos reflejada en las palabras y obras de un miembro de FORJA, Jorge del Río, quien desarrolló una importante producción sobre la problemática del sector eléctrico argentino, conjuntamente con una activa militancia política en contra de las empresas extranjeras de electricidad que operaban en el país.
En el análisis de algunas de sus obras, es evidente que Del Río, sin ser un cooperativista declarado, se muestra partidario de las cooperativas de electricidad, ya que está convencido de que su difusión representa el rescate natural y progresivo del servicio que pasa de manos de los trusts extranjeros a los organismos argentinos.
El discurso cooperativista
En el plano discursivo de los cooperativistas también es visible cómo identificaban sus objetivos con la misión de liberalizar a la economía argentina, en un sector tan vulnerable y a la vez esencial en el desarrollo social y económico del país. El análisis de los discursos del III Congreso de la Cooperación (1936), en la comisión de electricidad, señala que los cooperativistas consideraban esencial imponer una nueva conciencia en la población y veían la urgente necesidad de propulsar el cooperativismo, entendiendo que éste era un movimiento, "que no sólo responde al propósito de librar a las masas consumidoras de la expoliación, sino también al elevado objetivo patriótico, de crear en la república, una capacidad económica de organización y de defensa, que profundice y fortalezca, su independencia política".
A medida que hemos avanzado en el análisis, encontramos que la significación de este movimiento se encuentra no sólo en el papel que jugó dentro del sector eléctrico sino que también, radica en su capacidad movilizadora, en el debate ideológico que le dio forma, e incluso en el desarrollo concreto de estos particulares emprendimientos empresarios.
* Andrea Lluch y Laura Sánchez son docentes e investigadoras de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam. Esta nota (la primea de dos) se desprende de una investigación sobre el cooperativismo eléctrico en nuestro país a partir del estudio de caso de la Cooperativa Popular de Electricidad. Esta primera parte resume los principales rasgos de la situación que vivía el país en el área de la generación y distribución de energía que enmarcan el nacimiento de la CPE. En esta investigación se intentó, por un lado, abordar una temática escasamente considerada por la historiografía económica y social de nuestro país y por otro, rescatar algunas características del proceso de surgimiento de este movimiento que, desarrollado principalmente en los años treinta y cuarenta, se originó como una alternativa viable frente a la explotación capitalista tradicional en un área de singular importancia económica como es la producción y distribución de energía.
Notas relacionadas
Nota 2 | Nota 3 | Nota 4 | Historia de la CPE | Cooperativismo | UNLPam