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ENTRE 1940 Y 1950

Desde sus inicios como comisión en pro de la rebaja de las tarifas eléctricas ante la Sudam, hasta que se constituyó como cooperativa y obtuvo la concesión municipal para brindar el servicio a partir de octubre de 1935, las actividades se concentraron en organizar de la nada y desde la absoluta inexperiencia, una usina eléctrica capaz de dotar luz de "buena calidad" a una población de 10.326 habitantes.

Publicada en febrero de 2000

El financiamiento de la instalación de la usina fue el principal problema. El capital se conformó mediante la compra de acciones "indivisibles y nominales" (cada una de $100 m/n), por lo que se dependía del aporte de los vecinos de Santa Rosa -ahora socios de la cooperativa- y de la Municipalidad que se transformó en la principal accionista al suscribir acciones por $100.000 en 5 cuotas anuales. (De todos modos, el atraso en el pago y en forma posterior, de los montos por alumbrado público, generó contratiempos a la cooperativa que incluso llegó hasta los estrados judiciales para efectivizar el cobro).

La situación de insolvencia era muy delicada considerando el desbalance entre el capital suscrito -$ m/n 282.100- y las deudas -$403.934- que alimentaban el incremento del capital fijo.

La superación

Tres elementos conformaron una llamada "estrategia de supervivencia": en primer lugar, se pudo sostener el nivel de tarifas para financiar la compra de las máquinas en $0,30 el kw/h; en segundo lugar, se estableció un control estricto sobre los gastos de explotación y administración; y en tercer orden, se renegoció la deuda mantenida con la casa proveedora de la usina.

En este proceso fue decisiva la ayuda económica proveniente de particulares a través de la firma de garantías ante al Banco Nación, lo que permitió obtener el dinero necesario. Fue un grupo de vecinos, la mayoría de ellos profesionales y comerciantes, quienes con su capital individual se hicieron cargo del riesgo de la empresa.

La obtención del primer crédito "por mérito propio" fue una larga lucha. El préstamo obtenido en 1939 -$18.000- fue acordado a partir de la firma de todos los integrantes del Directorio. Tal vez en este aspecto más que en ningún otro se observa la naturaleza de la empresa referida, al analizar cómo el compromiso de un núcleo de asociados y dirigentes fue lo que permitió "salvar estos inconvenientes" y subsistir, más que su propio desenvolvimiento empresarial y su condición cooperativa.

200002 2 Desarrollo economico de la cooperativa

Personal de la usina, décadas atrás, junto a los antiguos motores.

La consolidación

Cuando las finanzas lo permitieron la cooperativa comenzó a formular estrategias para su consolidación. En 1940 solicitó al Nación un crédito de $400.000 con el objetivo de unificar la deuda ante un solo acreedor y saldar todas sus obligaciones que eran de un total de $ m/n 379.504. El préstamo (finalmente de $200.000) fue otorgado en 1943.

En distintas operaciones económicas realizadas por la CPE se evidenció la fuerte interrelación entre las decisiones económicas y los objetivos políticos de la empresa. Este punto se materializó claramente cuando se realizó la compra de redes de la SUDAM por $ 30.000 en 1938/39, pero que llevó implícita, por un lado, la solución "amistosa" de un conflicto con la SUDAM y, por el otro, la definitiva eliminación del "trust" en la ciudad.

En este período el pasivo exigible se redujo progresivamente. En 1941 fue $405.135: en 1942 se redujo a $259.414 y así progresivamente hasta llegar a 1945 con un monto de $ 114.500. Paralelamente se amplió la capacidad de la usina y hubo nuevas inversiones en la fábrica de hielo, inmuebles y extensión de redes. Además, la reducción del pasivo fue posible porque el aumento del capital se duplicó (de $302.000 en 1939/40 a $605.000 en 1945/46), y la proporción entre capital suscrito y realizado aumentó considerablemente con relación al período anterior, alcanzándose un promedio del 70% en estos años.

Tarifas

Un elemento central que permite observar la recuperación económica de la empresa fue la obtención de un excedente y su posterior distribución -de acuerdo a las normas cooperativistas- en proporción al consumo. Esta ganancia permitió reducir las tarifas, objetivo claramente buscado ya que les permitía obtener a sus asociados un ahorro inmediato. El tema ocupó un lugar central dentro de la estrategia de la cooperativa. Desde principios de los 40 en adelante el monto de los excedentes de cada ejercicio aumentó progresivamente, lo que redundó en la progresiva disminución de las tarifas eléctricas que de un precio promedio $0,222 en 1940 pasan a ser de 0,188 en 1946.

Esta política se mantuvo (a pesar de los importantes aumentos en el precio de los combustibles a partir de la guerra europea -incremento del 120 % entre 1936 y 1945-, como de la escasez general del diesel-oil por la política de racionamiento del gobierno nacional) y servía como prueba demostrativa de "la conveniencia del sistema cooperativo aplicado a la prestación de servicios públicos". Esto fue posible mediante las políticas de racionalización administrativa e incentivo a la eficiencia del personal, y porque el consumo global en este período aumentó en una proporción de 38 (año 1939/40) a otro de 74 (en 1945/46).

Desde mediados de la década del 40 la cooperativa consolidó su estrategia de expansión de servicios, concretizada en la instalación de una fábrica de hielo y de una cámara frigorífica para frutas y verduras, la ampliación del sector de ventas de artículos eléctricos y la extensión de sus servicios a localidades vecinas como Toay. Además cambió su política económica, sustentada en una mayor previsión de las necesidades de equipamiento e instalaciones. Ejemplos concretos fueron las compras de los grupos electrógenos que ya desde 1947 se anticiparon a la demanda de electricidad.

La inversión en equipos alcanzó proporciones muy importantes: entre 1947 y 1949 el capital fijo se triplicó superando por primera vez el millón de pesos. El mayor consumo de kw/h imponía tal inversión en equipos. El índice del año 1946/47 fue de 98 mientras que a principios de los cincuenta el mismo había ascendido a 268. En este proceso tuvo un peso fundamental la expansión del consumo urbano y especialmente el doméstico ya que mientras había tardado diez años en duplicarse el número de conexiones, entre 1947 y 1950 tuvieron un incremento de casi un 40% (en 1937 las conexiones sumaban un total de 1248, para 1947 habían ascendido a 2664, mientras que en 1950 el número era de 3763). También fue muy importante la incorporación de grandes clientes como el Molino harinero Werner y Obras Sanitarias de la Nación.

La necesidad de ampliar las instalaciones influyó sobre las modalidades de la distribución del excedente. Es así que se decide la creación de fondos especiales, a los cuales son derivados parte de los excedentes con distintos destinos tales como la adquisición de maquinarias, la ampliación de la usina, la construcción del edificio de la administración, y también hacia un fondo generado para pagar las aportes jubilatorios a los empleados.

Fue entonces a mediados de la década del 40 que la situación global de los "números" permite a la entidad sostener un discurso en el que se manifiesta la satisfacción de haber puesto en marcha una empresa cooperativa que conjugaba los "éxitos económicos" con el "propósito creciente" de satisfacer las necesidades de sus asociados, y que por todo ello, se constituía en la manifestación más concreta del "yo soy de la ciudad capital".

* Andrea Lluch y Laura Sánchez son docentes e investigadoras de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam.

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