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Opinión

La ley de Etiquetado Frontal de Alimentos es una normativa que obliga a las empresas a colocar en los productos ultraprocesados (todos aquellos alimentos y bebidas empaquetados que encontramos en el súper), sellos de advertencia que indiquen el exceso de nutrientes e ingredientes que son nocivos para la salud, como azúcares, grasas, sodio y edulcorantes. Aún no es ley pero puede resultar en una herramienta muy buena a favor de la salud alimentaria.

El Senado de la Nación le dio media sanción. Falta la Cámara de Diputados. Básicamente establece la colocación de una serie de sellos frontales en los envases y está dirigido a fabricantes, fraccionadores y envasadores que distribuyan, comercialicen o importen, que hayan puesto su marca o integren la cadena de comercialización de alimentos y bebidas analcohólicas.

Todos estos nutrientes e ingredientes están relacionados con el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles (obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular), las principales causas de enfermedad y mortalidad actuales.

¿Por qué es necesaria esta ley? Los productos ultraprocesados nos enferman de manera silenciosa y necesitamos aprender a identificarlos. Nos va permitir obtener información clara y rápida sobre los productos comestibles, tenemos derecho a saber qué estamos comprando. También nos va a permitir identificar qué productos son saludables de los que no, mejorando nuestra elección de compra. Tenemos derecho a una alimentación saludable, sin manipulación del mercado.

Podemos prevenir la aparición de enfermedades crónicas (como obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc) y disminuir sus prevalencias. Además puede servir de impulso a la industria alimentaria para mejorar sus procesos, composición y oferta de productos. Es necesario también que esta normativa vaya acompañada del retiro de productos perjudiciales para la salud de entornos escolares y de asistencias alimentarias.

La Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, publicada en 2019, nos reveló una prevalencia de sobrepeso del 41,1% entre los 5 y 17 años y que consumen un 40% más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería y galletitas dulces, el doble de snacks y el triple de golosinas respecto de los adultos, todos ellos alimentos con gran cantidad de azúcar, grasa y sal. Incluso uno de cada cuatro estudiantes refirió que la escuela le provee estas bebidas azucaradas y ocho de cada diez chicos que su escuela tiene kiosco y los productos más comprados eran golosinas y bebidas azucaradas.

Argentina es uno de los países con mayor consumo de bebidas azucaradas (gaseosas, aguas saborizadas, jugos) a nivel mundial (131 litros per cápita anuales). La verdad está detrás y en letra chica. La cara visible de los envases (plástico de único uso) promete más a los consumidores que su contenido real. En Argentina no existe regulación de publicidades ni de promoción de estos productos. Peor aún, no existe un etiquetado frontal que advierta al consumidor sobre el exceso de azúcares, grasas y/o sodio en éstos alimentos y bebidas. Lo cual, viola el derecho a la información, a una alimentación sana, segura y soberana y por lo tanto también al derecho a la salud.

*Luciana Ros es Nutricionista (MP 2888)
Docente del taller de Nutrición y Alimentación de la CPE