La caries dental es, desde hace muchos años, la enfermedad bucal multifactorial, crónica, de origen infeccioso que se observa con mayor frecuencia. Se caracteriza por una serie de reacciones químicas y microbiológicas que provocan el reblandecimiento de los tejidos duros dentarios, y su posterior destrucción avanzando desde la superficie al interior.
Los principales factores que influyen en la prevalencia de caries dental son: la presencia de microorganismos cariogénicos en saliva y placa dental, dientes susceptibles, un sustrato adecuado de azúcares y la persistencia de los mismos por un tiempo prolongado. Existen otros que actúan frenando o aumentando la aparición de la caries tales como: cantidad, composición y capacidad que tiene la saliva de contrarrestar los ácidos producidos por los microorganismos, la higiene buco-dental, una dieta rica en hidratos de carbono y la presencia de fluoruros.
La lesión inicial en el esmalte es una mancha blanca, opaca y sin brillo que no produce síntomas. En su evolución puede remineralizarse o, por el contrario, avanzar; en esta etapa la aplicación de flúor es fundamental. Si progresa, invade la siguiente estructura que es la dentina, donde avanza rápidamente por estar menos calcificada que el esmalte, y puede presentar cierta sensibilidad al masticar algunos alimentos, sobre todo dulces, fríos o calientes.
Cuando la caries continúa avanzando, llega hasta la pulpa. En esta última etapa se presentan dolores agudos, espontáneos, irradiados y difíciles de calmar con analgésicos. Se produce la destrucción y la posterior formación de abscesos en la pulpa que pueden provocar hinchazón, enrojecimiento e irritación de la encía o aparición de flemones.
El tratamiento que efectuará el odontólogo dependerá de la fase en que la caries se encuentre. Cuando no ha afectado a la pulpa se realizan obturaciones, que consisten en limpiar todo el tejido dentario invadido por los microorganismos, para luego rellenar la cavidad formada con una amalgama de plata o resinas polimerizadas con luz halógena, que son más estéticas.
Sin embargo, si la caries ya alcanzó a afectar la pulpa debe realizarse la endodoncia o tratamiento de conducto de la pieza dentaria, que consiste en ir limpiando y ampliando la pared del canal pulpar hasta que no queden restos de infección, para posteriormente sellar la cavidad realizada con conos y materiales especiales.
¿Cómo prevenir?
- Manteniendo una correcta higiene bucodental. Para ello, el cepillado debe conseguir eliminar la placa bacteriana sin provocar daño en los dientes. Es recomendable que el cepillo tenga una cabeza pequeña, con cerdas redondeadas de dureza mediana. Además, debe ser renovado cada 3 meses.
- Aumentando la resistencia del diente mediante colocación de sellantes.
- Controlando la ingesta de hidratos de carbono. Disminuir la frecuencia de ingesta en lugar de la cantidad de azúcares. Evitar el uso de azúcar común reemplazándola por edulcorantes y evitar alimentos pegajosos, bebidas azucaradas, caramelos y mentas de forma constante.
- Concurriendo al odontólogo para un tratamiento precoz se evitarán lesiones mayores.
* Miriam E. Tiberi* es odontóloga. Programa Nacional de Prevención “Sonríe Argentina 2”.
Círculo Odontológico de La Pampa