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SERVICIO FUNERARIO DE LA CPE

Fue por unanimidad que una asamblea extraordinaria convocada por la Cooperativa resolvió, en febrero de 1973, incursionar en la prestación de un servicio funerario, con el fin de aliviar los altos costos a los que una familia debía someterse ante el fallecimiento de un ser querido.

Publicada en mayo de 2015

La idea era simple y ajustada a los principios que venían guiando la actividad de la entidad: lograr que la comunidad se preste así misma los servicios que considere necesarios, a un costo accesible, con un determinado nivel de calidad y en forma sustentable para la economía de la empresa social.

Así fue que en mayo de aquel año comenzó a prestarse el servicio, tercerizado en las empresas privadas disponibles en la ciudad, Sagrado, Arballo y La Nueva. La CPE se limitaba a conformar un sistema solidario mediante una cuota social que le permitía al titular del medidor de energía y su grupo conviviente acceder a los servicios fúnebres.

No fue hasta 1984 que, luego de un conflicto con las tres empresas que pretendían elevar el costo del servicio y modificar sus características, la CPE se halló en la urgencia de tener que organizar y ejecutar todas las instancias de la ceremonia sin contar con materiales, personal capacitado, vehículos ni lugar para tal fin. Fue en la esquina de Alsina y Pellegrini, hoy conocida como salón “Los Pioneros”, donde se realizó, de apuros, el primer servicio íntegramente organizado por la Cooperativa.

Aquel velorio sería, además, el principio del lento final de las empresas privadas del rubro. Un final no buscado por la Cooperativa, que luego retomó y sostuvo durante otros 20 años una relación comercial con esas empresas, que se extendió hasta 2005.

A casi 30 años del fortuito debut, la Cooperativa lleva prestados alrededor de 30 mil servicios exequiales, convirtiéndose en una de las actividades más valoradas, aunque en forma silenciosa, por los asociados.

201505 De eso si se habla 2

Sergio Dutto. Jefe del servicio desde 1998.

Así lo piensa su jefe actual, Sergio Dutto. Su opinión no parece desacertada si se escucha a cualquier persona mencionar el trabajo que realiza el Servicio Funerario de la CPE, algo de lo que comúnmente no se habla pero de lo que todos, en alguna oportunidad, por más temores y recelos que existan sobre los velorios, habrán sido testigos ante la pérdida de un ser querido.

Dutto lleva 21 años trabajando en el servicio. Su experiencia la hizo en Victorica, también en una cooperativa. “En el pueblo era más difícil trabajar, porque nos conocíamos todos y siempre había que hacer la tarea sobre una persona conocida o querida”.

Un trabajo especial

¿Cuál es “la tarea” en un trabajo tan sensible como éste? “El proceso -dice Dutto- comienza con el llamado de un familiar requiriendo el servicio. Con el tiempo hemos modificado el comportamiento. En otras épocas, una persona llamaba e inmediatamente salía de aquí una ambulancia a buscar un cuerpo que a veces no existía, porque era una broma, o no correspondía siquiera tocarlo o el llamado era de una enfermera y los familiares todavía no estaban informados. Ahora pedimos que sea el familiar directo quien venga a la oficina a solicitar el servicio. Es el familiar quien debe autorizar a la CPE a retirar el cuerpo. Y no se retira sin la certificación del deceso por parte de un profesional y documento personal del fallecido”.

Contención en la tristeza

Hacer los trámites para iniciar el funeral de un ser querido, aunque muy limitados y simples, es algo triste. Y en ocasiones esa sensibilidad está acompañada de tensión y conflictos familiares. La Cooperativa cuenta con personal exclusivamente dedicado a atender a las personas en los momentos previos, durante y después del velatorio. Es seleccionado por la Gerencia de Recursos Humanos con atención a un determinado perfil sicológico. No cualquier persona puede trabajar en un servicio fúnebre y menos aún en los momentos de mayor susceptibilidad que pueden ser ese inicial, el retiro de sala del ataúd o el mismo entierro.

En el sector trabajan hoy 17 empleados, convenidos laboralmente en el gremio de Empleados de Comercio, pero bajo un régimen especial. Es que no hay horarios para hacer determinadas labores. El edificio de 1º de Mayo al 800 está abierto las 24 horas, y la velación de una persona puede comenzar en cualquier momento. “Previamente -explica Dutto- se prepara el cuerpo observando los requerimientos de sus familiares, que suelen responder a deseos personales o cuestiones religiosas. Los musulmanes, por ejemplo, envuelven al fallecido en un manto blanco. Generalmente lo hacen ellos mismos, a veces en el lugar donde falleció y otras aquí mismo. La mujer de la comunidad gitana es la encargada de vestir el cuerpo, y no dejan que nadie de nosotros lo toque”.

El cuerpo es velado durante el tiempo que determine la familia, pero acatando disposiciones municipales que prohíben exceder las 24 horas. “Igualmente esto no ocurriría. Los tiempos han cambiado y los velatorios son cada vez más cortos; incluso las salas, siempre por decisión familiar, suelen cerrarse a la noche para continuar velando al día siguiente. La gente sabe estar agotada por el proceso previo al fallecimiento, y decide hacer las cosas con simpleza y rapidez”.

La cremación

Desde 2006 hasta 2013, la CPE estuvo a cargo del servicio de crematorio cuyo propietario es el municipio de Santa Rosa. La cremación es una costumbre relativamente reciente en la zona, aunque está ganando aceptación. “Esto está motivado un poco por los costos de los nichos municipales, que en una época eran mínimos y luego se fueron encareciendo, además de que se construyen pocos. Contrariamente a lo que pueda suponerse, la cremación, al menos mientras la CPE estaba a cargo, era más solicitada por las personas mayores. Nos venían a consultar sobre los trámites necesarios y comentaban que no querían hacerles pasar a sus descendientes por lo que ellos pasaron, la costumbre cada vez menos practicada de asistir periódicamente al cementerio o tener que mantener bóvedas, que a veces contenían ataúdes de personas que ni conocían”.

Aunque los rituales civiles o religiosos del sepelio terminan con la inhumación, la presencia del servicio de la Cooperativa en la familia del fallecido suele extenderse. Es habitual que durante los días posteriores alguien se acerque a las oficinas para requerir algún papel que será presentado ante organismos públicos. Dutto sostiene que en ese momento, más tranquilos, los asociados agradecen la contención brindada por el personal y el respeto durante toda la ceremonia.

Es la mejor forma de constatar hasta qué punto aquella decisión unánime tomada por una asamblea de asociados hace 42 años, se ha hecho inherente a la ritualidad de las familias que forman la cooperativa, colocando a este servicio entre los más valorados, con una adhesión voluntaria que supera los 37 mil titulares de medidor.

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