A principios del siglo XX, a la Iglesia Católica le costaba hacer pie en el Territorio Nacional de La Pampa Central. El flujo migratorio incesante y heterogéneo, con una fuerte presencia de cultores del liberalismo laicista, hacía de la provincia un lugar propicio para la expansión de anarquistas, socialistas, espiritistas y también masones; todas expresiones en tensión con la doctrina religiosa oficial, en ocasiones hasta el punto de la abierta confrontación. Célebres apellidos de la historia pampeana fueron protagonistas del auge de la masonería local en aquellos primeros años del 1900.
Entre 1907 y 1924 nacieron y se apagaron varias logias masónicas en diferentes puntos de la provincia. En ellas militaron algunos de los protagonistas principales de la escena política y social de la etapa constitutiva del flamante territorio nacional1, canalizando buena parte de las inquietudes de la sociedad civil del momento. Una etapa en la que estas organizaciones constituyeron una forma de mediación con el poder político en demandas concretas —como la provincialización— y participaron, con una perspectiva republicana, de los debates acerca de los destinos de este nuevo espacio que había sido incorporado al Estado argentino luego de las campañas contra la población indígena.
Propiciadas y desarrolladas por inmigrantes, fundamentalmente españoles e italianos en su mayoría librepensadores con experiencia previa en el universo de la escuadra y el compás, estas logias se desarrollaron como parte de un movimiento mayor que involucró a diferentes provincias y territorios argentinos. Incluso pequeñas y remotas localidades formaban parte de las redes de vinculación de la masonería con alcance nacional e internacional.
A diferencia de otras provincias con un fuerte arraigo y poder religioso, en La Pampa la inexistencia de una estructura institucional católica —localidades como Catriló, por ejemplo, no incluyeron la construcción de una iglesia en su trazado inicial—, reemplazada apenas por la visita esporádica de misioneros, se puede considerar una evidencia empírica de que el catolicismo no había logrado anclar en esta sociedad y que existía un sustrato liberal propicio para el desarrollo de grupos masones.
En el plano de las ideas, estas logias fueron espacios privilegiados de elaboración, debate y discusión de los valores liberales, republicanos y democráticos; y en el terreno de las formas organizativas, incidieron en las nuevas formas del asociacionismo voluntario, como el cooperativismo, que aún perviven en nuestros tiempos.
Iluminados
En 1907 se constituyeron en Santa Rosa la Logia Luz de la Pampa —creada por el juez Miguel Duarte junto con Onofre Rey, José Safigueroa, Carmelo Montón, Alejandro Cúnelo y Eudoro R. Turdera—, y la Logia Estrella de La Pampa del Valle de Santa Rosa —integrada por José Sardella, Cándido Zúñiga, Martín de la Mata y Juan Dhers—. Ese mismo año se conformó la logia Libertad del Valle de General Acha, con Alejandro Copello Podestá como Venerable Maestro, Juan Flamang (Primer Vigilante), Zacarías Higioni (Segundo Vigilante), Arturo E. Forteza (Orador) y Francisco González Rivero (Secretario).
Dos años más tarde, en 1909, el poder Ejecutivo del Gobierno Simbólico de la masonería argentina autorizó a José Grassi, José Torti, Castor Lacerna, Humberto J. Matassi, Mariano Viartola, Eduardo Marchena, Francisco Badia y Joaquín de la Huerta a constituir la logia Luz de La Pampa del Valle de General Pico, a la que siguieron las logias Independencia de La Pampa Nº 303, de Santa Rosa (1918); Independencia Nº 407 de General Pico (1919); y Triángulo Luz de La Pampa, en Catriló (1923), cuyo pedido de conformación llevaba la firma de Mario Menenguzzi y Juan B. Bigioli, “hermanos” de Grado 1°, y Ángel B. Cámpora, Juan José Cámpora y Elías Jacinto, todos de Grado 3º, lo cual demuestra el tránsito previo de los impulsores en la actividad masónica.
La intensa actividad de estos grupos y su incidencia en el devenir territoriano quedó expuesta desde sus inicios. Los integrantes de la Logia Luz de La Pampa de General Pico, por ejemplo, trabajaron para que la localidad adquiera el status de municipio. Y por iniciativa de Santiago Ortiz y de Arturo Castro —este último integrante de la logia Estrella de La Pampa del Valle de Santa Rosa—, en 1907 se formó una comisión que devino, el 20 de noviembre de ese año, en la creación del Comité Territorial Pro-Autonomía, presidido por el juez letrado Miguel Duarte, creador de la logia Luz de la Pampa. Además de Castro, también participó del movimiento el masón Arturo Guevara, quien fue vocal del Comité y, en la misma línea, al año siguiente Juan Lorusso, Eudoro Turdera y Luis Camussi —masones los dos últimos—, fundaron el periódico La Autonomía, su órgano de difusión hasta que decidieron cerrarlo como forma de protesta por la dilación del pedido autonomista.
El apagón
La experiencia masónica, al menos en cuanto a presencia orgánica en el territorio pampeano, se diluyó en poco tiempo, aunque durante su funcionamiento llegó a reclutar a muchos entusiastas. En sus 5 años (1907-1912) la logia Estrella de La Pampa de Santa Rosa llegó a reunir a 43 miembros activos; la logia Libertad, de General Acha (1907-1910) supo tener 29 y la Luz de La Pampa, de General Pico (1909-1914), alcanzó a sumar 63 “hermanos”; cantidades considerables para la población local de aquel entonces. En 1924 dejó de funcionar la última de las logias activas, el Triángulo Luz de La Pampa, de Catriló. Había durado apenas un año.
Las causas de este declive son difíciles de precisar, aunque se pueden relacionar con procesos sociales de la época que afectaron su existencia. Por ejemplo, la gran movilidad laboral de sus impulsores, entre los que se encontraban jueces de paz, jefes de correo, jefes de estación de ferrocarril, comisarios y empleados del Estado en general, que en varias oportunidades fueron trasladados a otras provincias o territorios, y que implicó que la actividad de las logias tendiera a menguar y hasta desaparecer.
Pero también la reconfiguración del escenario político que supuso la aprobación de la Ley Sáenz Peña2 que llevó a que muchos de los masones pampeanos encontraran en los partidos políticos que empezaban a institucionalizarse en el Territorio —el Partido Socialista, en 1913, y el Partido Radical, en 1916—, la posibilidad de insertarse en el ámbito público local y desarrollar, bajo los principios que los guiaban, la construcción de una sociedad que estaba en pleno proceso de conformación de su estructura institucional, política, social y cultural.
No obstante, mientras duraron, su propósito de construir “nuevas sociedades” en base a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad y que los ciudadanos se realizaran a través de la “Ciencia, la Justicia y el Trabajo”, generó conflictos con otros actores sociales que también formaban parte de la incipiente institucionalidad local, en particular con la Iglesia Católica, cuyo enfrentamiento con la masonería se remonta a los inicios mismos de estas sociedades.
1 La Pampa fue Territorio Nacional a partir de la Ley 1532 del año 1884. Por esta norma, se delimitaron y organizaron nueve entidades jurídicas: Misiones, Formosa, Chaco, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
2 La Ley 8871, conocida como Ley Sáenz Peña y sancionada por el Congreso de la Nación Argentina el 10 de febrero de 1912, estableció el voto secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos varones, nativos o naturalizados, mayores de los 18 años de edad. Fue impulsada por el presidente Roque Sáenz Peña, miembro del ala modernista del Partido Autonomista Nacional.
*Ana María T. Rodríguez es Doctora en Historia y profesora e investigadora de la UNLPam.
Coeditora del libro Estudios de la masonería en América Latina y el Caribe. Siglos XIX y XX.