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Cada vez que agosto se aproxima los niños de Hiroshima y Nagasaki se vuelcan a las plazas a cumplir con un ritual de origami y perseverancia. Con la habilidad que otorga la costumbre y la heredad de la memoria los pequeños confeccionan cientos... miles de grullas que al llegar los días 6 y 9 lanzarán con vigor hasta cubrir el firmamento. Juntos, construyen una danza de pajaritas que tiene por destino hacer prevalecer en esa atmósfera mancillada, el blanco fulgor del vuelo y la voluntad de seguir soñando. Así funciona la memoria en el Japón.